miércoles, 12 de febrero de 2014

Lais de Corinto.

Lais de Corinto nació en la isla de Sicilia. A los 15 años fue vendida como esclava y enviada a la ciudad de Corinto donde el pintor Apeles la compró y la utilizó como modelo para su pintura de la diosa Diana Cazadora. Permaneció con Apeles durante tres años  en los que le permitió instruirse junto a Aspasia de Mileto y finalmente le otorgó la libertad.

Lais era muy hermosa y no tardó en convertirse en la más famosa de las hetairas de Corinto. Algún tiempo después se fue a Atenas.





Ya en Atenas,  el escultor Mirón le pidió que posara para la estatua de la diosa Juno. Al desnudarse para posar, el escultor quedó maravillado de la belleza de Lais y le ofreció todo lo que poseía a cambio de que pasara una noche con él pero Lais lo rechazó, le declaró su amor y su deseo de estar siempre con ella y volvió a rechazarlo.

Y así sucedió con muchos otros hombres, ricos y pobres, todos estos hicieron de Lais objeto de sus deseos. Pero  ella se entregaba sólo a quien deseaba y amaba. Llegando también a rechazar a Demóstenes, el más grande y polémico orador, que le había ofrecido 10.000 dracmas por una noche. En cambio otro hombre no menos famoso tuvo la suerte de pasar una noche con ella y sin nada a cambio, este era Diógenes, el filósofo que buscaba un hombre honrado sin encontrarlo y que vivía en un barril de madera.

Entre muchos de los afortunado hombres que sí gozaron de sus servicios esta Aristipo, el filósofo que consideraba el placer como el fin último de todos los actos humanos, estuvo con él durante un breve tiempo en que le pagó sumas tan elevadas que Lais pudo contribuir a muchas obras filantrópicas en bien de los desprotegidos, al sostenimiento de templos y rescatando a los enfermos de su condición. Lais dejó a Aristipo por considerar que ella no podía ser de un sólo hombre. Continuó entregándose a quien elegía y gastando su dinero, al tiempo que su belleza se marchitaba con el paso del tiempo, de modo que acabó ofreciéndose a precio de ganga.

Los últimos años de su vida los pasó en la miseria y vagaba, ebria la mayor parte del tiempo, en busca de alguien que le ofreciera unas monedas.

Después de pasar por la vida de tantos hombres y extrañando su tierra decidió volver a Corinto,
Se enamoró de un tesalio llamado Hipóstrato que se la llevó a Tesalia. Se dice que las mujeres tesalias por celos, la llevaron al templo de Afrodita y, una vez allí la apedrearon hasta la muerte. Fue enterrada en la ribera del Peneo.

. Sin embargo, Lais no fue olvidada en Atenas a pesar de su trágico final y se erigió un majestuoso mausoleo en su memoria.

Cuando se hablaba de sabios y filósofos. Lais llego a decir “Yo no sé de ellos más de lo que me cuentan, no he leído sus libros, pero no creo en su sabiduría. ¡Si supieseis lo que me piden y hacen estos sabios y filósofos cuando están a solas conmigo!”…

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