Lais de Corinto nació en la isla de
Sicilia. A los 15 años fue vendida como esclava y enviada a la ciudad de
Corinto donde el pintor Apeles la compró y la utilizó como modelo para su
pintura de la diosa Diana Cazadora. Permaneció con Apeles durante tres
años en los que le permitió instruirse
junto a Aspasia de Mileto y finalmente le otorgó la libertad.
Lais era muy hermosa y no tardó en
convertirse en la más famosa de las hetairas de Corinto. Algún tiempo después
se fue a Atenas.
Ya en Atenas, el escultor Mirón le pidió que posara para la
estatua de la diosa Juno. Al desnudarse para posar, el escultor quedó
maravillado de la belleza de Lais y le ofreció todo lo que poseía a cambio de
que pasara una noche con él pero Lais lo rechazó, le declaró su amor y su deseo
de estar siempre con ella y volvió a rechazarlo.
Y así sucedió con muchos otros
hombres, ricos y pobres, todos estos hicieron de Lais objeto de sus deseos.
Pero ella se entregaba sólo a quien
deseaba y amaba. Llegando también a rechazar a Demóstenes, el más grande y
polémico orador, que le había ofrecido 10.000 dracmas por una noche. En cambio
otro hombre no menos famoso tuvo la suerte de pasar una noche con ella y sin
nada a cambio, este era Diógenes, el filósofo que buscaba un hombre honrado sin
encontrarlo y que vivía en un barril de madera.
Entre muchos de los afortunado
hombres que sí gozaron de sus servicios esta Aristipo, el filósofo que consideraba
el placer como el fin último de todos los actos humanos, estuvo con él durante
un breve tiempo en que le pagó sumas tan elevadas que Lais pudo contribuir a
muchas obras filantrópicas en bien de los desprotegidos, al sostenimiento de
templos y rescatando a los enfermos de su condición. Lais dejó a Aristipo por
considerar que ella no podía ser de un sólo hombre. Continuó entregándose a
quien elegía y gastando su dinero, al tiempo que su belleza se marchitaba con
el paso del tiempo, de modo que acabó ofreciéndose a precio de ganga.
Los últimos años de su vida los pasó
en la miseria y vagaba, ebria la mayor parte del tiempo, en busca de alguien
que le ofreciera unas monedas.
Después de pasar por la vida de
tantos hombres y extrañando su tierra decidió volver a Corinto,
Se enamoró de un tesalio llamado
Hipóstrato que se la llevó a Tesalia. Se dice que las mujeres tesalias por
celos, la llevaron al templo de Afrodita y, una vez allí la apedrearon hasta la
muerte. Fue enterrada en la ribera del Peneo.
. Sin embargo, Lais no fue olvidada
en Atenas a pesar de su trágico final y se erigió un majestuoso mausoleo en su
memoria.
Cuando se hablaba de sabios y
filósofos. Lais llego a decir “Yo no sé de ellos más de lo que me cuentan, no
he leído sus libros, pero no creo en su sabiduría. ¡Si supieseis lo que me
piden y hacen estos sabios y filósofos cuando están a solas conmigo!”…
No hay comentarios:
Publicar un comentario